Agilidad felina
La agilidad del gato, es de sobra conocida. De un solo brinco un gato puede alcanzar una distancia cinco veces superior a la longitud de su cuerpo. Algo así como si un atleta olímpico doblase el récord mundial de salto de longitud.El cuerpo del gato, como un muelle, es energía contenida que en cualquier momento puede saltar.Si observamos a cámara lenta el salto de un gato podemos apreciar como es lanzado hacia arriba y hacia el frente por sus poderosas patas traseras, mientras sus patas delanteras permanecen extendidas hacia el frente para actuar como amortiguadores cuando toque el suelo.Utilizando la cola como contrapeso recupera el equilibrio en una fracción de segundo.
Déjate sorprender en este vídeo por la agilidad de este gatito
Caer de pié como un buen paracaidista, es otra de las cualidades atléticas del gato. Esta habilidad está controlada por un delicado sistema de regulación del equilibrio que tienen en el oído interno. Cuando salta el líquido que contiene ese órgano desencadena un reflejo autocorrector,informando al cerebro de la posición de la cabeza respecto al suelo. El cerebro, alertado, actúa sobre los músculos del cuello girando la cabeza para que quede en paralelo a la tierra. Gracias a la flexibilidad de su columna vertebral todo el cuerpo actúa en consonancia, de manera que en segundos, el gato está en buena posición para aterrizar sobre las cuatro patas.. Este sorprendente mecanismo es el responsable de que un gato que caiga de gran altura tenga más posibilidades de sobrevivir que uno que lo haga de una altura menor, pues este,no tiene tiempo de que se desencadene todo el proceso. Los cachorros muy pequeños carecen de esta habilidad.
Ningún animal mejor dotado que el gato, ninguno más activo y, sin embargo,es capaz de provocar una gran tranquilidad cuando lo vemos acurrucado y ronroneando en nuestro regazo.
Otra proeza gatuna es la escalada de muros y árboles, ayudándose con las garras de las cuatro patas en las rugosidades de la piedra o la madera, trepan a la copa del árbol o a lo alto del muro para cazar, observar a otros gatos o huir de un enemigo. Los gatos son muy decididos trepando, sin ningún temor pueden alcanzar las ramas más altas, pero no ocurre lo mismo para descender. Con frecuencia pierden el valor y no se atreven a bajar de donde subieron. Más de una vez nos hemos encontrado con gatos encaramados en alguna altura, a los que hemos tenido que socorrer.
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